Lo que más amo de los ríos es
que no puedes pisar el mismo río dos veces.
El agua siempre cambia, siempre fluye.
Pero supongo que la gente no puede vivir así,
todos debemos pagar un precio.
Para estar a salvo perdemos nuestra oportunidad de alguna vez saber
qué hay a la vuelta del meandro.
Esperando justo a la vuelta del meandro.
Miro una vez más
justo a la vuelta del meandro,
más allá de la costa
donde las gaviotas vuelan libres,
no sé para qué.
Puede que el día mande lo que sueño
justo a la vuelta del meandro
para mí,
viniendo por mí.
Lo siento ahí más allá de esos árboles
o justo detrás de estas cascadas.
¿Puedo ignorar ese sonido de tambores lejanos
por un robusto y apuesto esposo
que construya muros apuestos y robustos
y que nunca sueñe que algo pudiera estar llegando
justo a la vuelta del meandro?
Justo a la vuelta del meandro.
¡Miro una vez más
justo a la vuelta del meandro!
¡Más allá de la costa,
en algún lugar pasando el mar,
no sé para qué!
¿Por qué todos mis sueños se extienden
justo a la vuelta del meandro?
Justo a la vuelta del meandro.
¿Debería elegir la curva más suave,
firme como un tambor retumbante?
¿Debería casarme con Kocoum?
¿Están por terminarse todos mis sueños?
¿O sigues esperándome tú, dador de sueños,
justo a la vuelta del meandro?