En aquel tiempo, los dos
teníamos mañanas de sol,
días tristes había pocos.
En esa era adolescente,
éramos unos chiquillos,
pero completamente locos.
Mientras en el cielo bailaban
golondrinas que llegaban
antecediendo al verano,
nosotros, descuidados, enredando,
sin querer íbamos jugando
a un juego de seducción.
Entre besos escondidos
y deseos prohibidos,
como si fuese incendio intencionado,
por mis gracias más tontas,
ramilletes de amapolas
venían a posarse en tu rostro.
Qué memoria, qué locura
me transporta hoy a la lejanía
de verdes campos, sábanas.
Dejadme, sombras de infancia,
contar desde esta distancia
en aquel tiempo, los dos...