Cuando la derrota es segura unos disimulan, unos capitulan
y yo compito.
Tomad asiento, compañeros, hablaremos de Belleza.
Unos la buscan en los primeros brotes de la Primavera.
Unos juran haberla visto en fórmulas matemáticas,
flotando en la armonía de las esferas.
Y otros la encontraron un día que, por casualidad,
supieron dar sin esperar a recibir,
o supieron tener sin temor a perder...
Otros en el interior de una boca abierta.
Y ¿sabéis qué?
Estoy muy de acuerdo con todos ellos.
Estoy muy de acuerdo con todos ellos.
Yo coincido con todos ellos
y compito.
¡Puedo ver que vais hermosamente armados para la batalla!
¡Y resuena allá donde voy la explosión insolente de vuestras risas!
Y puedo sentir cómo estáis de convencidos de que los corazones, bajo las camisas,
os laten con fuerzas que el mundo desconocía.
Pero, pobrecitos, ni sospecháis lo que está pasando,
un buen amigo os lo tendría que haber explicado,
¡derroté a muchos antes mejores que vosotros!
Por ser el más gracioso del baile, por ser el más agudo y el más brillante,
por hacer los comentarios más profundos, por hacer los comentarios más banales,
por concentrar la atención de las miradas, por todos los recursos naturales,
yo compito.
Cuando la derrota es enorme hay quien reconoce las fuerzas del orden y yo,
que compito.
Y hemos visto que tenéis ciertos talentos, es verdad, y que os educaron explicandoos
que sois espléndidos, que sois especiales, y que sería un crimen no aprovecharlo,
pero temo que se os escapa la diferencia entre un protagonista
de una gran noche, de una gran velada y un gran rival, un especialista.
¡Que aquí no se trata de ser amable con los niños!
¡Que aquí no sirve tener una mujer bonita!
¡Que aquí se trata de estar dispuesto a afrontar una bala!
¡Que aquí se trata de ser capitán de yates que naufragan!
¿Qué podéis dejar atrás cuando sea necesario? ¿ Qué podéis sacrificar a cambio?
¿Entregaréis a vuestro triunfo todo lo que os reclame?
¿Miraréis riendo, doblando la apuesta, cuando vuestra gente salga corriendo?
¿En serio os quedaréis por aqui? ¿ Tendréis el coraje?
Yo ¿sabéis qué? Creo que, en el fondo, sois buenos niños.
Sois buenos chicos buscando una vida buena
y tarde o temprano querréis pararos,
jugaréis a cartas con amigos, descansaréis, asistiréis a fiestas,
o silbaréis canciones que unos tarados habrán
escrito sobre vuestras gestas.
Y, amigos, el hacha de guerra nunca se entierra,
se esconde en el cajón más alto del comedor,
se alquila por horas, se vende al mejor postor,
se le dice a un hermano que te la guarde una temporada,
se da al museo de seguridad más relajada,
pero nunca se entierra, nunca se entierra
y se afila en la oscuridad,
y se afila en la oscuridad,
y se afila en la oscuridad.
Y en serio que me sabe mal, pero
¡tal vez me gustan vuestras fiestas! ¡Tal vez me gusta vuestro estilo!
¡Tal vez me gustan vuestros trabajos! ¡Tal vez me gustan los planes que hacéis en verano!
¡Tal vez me gustan vuestras mujeres, vuestras hermanas, vuestras compañeras
de piso!
¡Tal vez me gustan vuestros sueños! O tal vez no, quizás he perdido el interés por el camino.
Vivo impaciente y caprichoso, conozco los tejidos de vuestro sistema nervioso.
Mirad por dónde pisáis, temed a la oscuridad, que reviento autoestimas como si fueran jabón.
Me acerco contento, si es preciso aplaudiendo, Sé aplaudir, sé hacer reír con un chiste.
Seré hijo, amigo, hermano, compañero, vecino de ascensor, amante, seré socio, seré fan...
Hasta que un día seré un desánimo inesperado del espíritu, un olor en el aire, un ambiente
enrarecido,
el viento más tenebroso que pueda parir la noche, la cólera del cantante del grupo catalán revelación
del 2008,
el ángel negro del insomnio, el monstruo bajo la cama!
¡Seré un aullido que os dejará la sangre helada!
¡Seré un infarto, seré un llamada de madrugada!
Seré el gran sabio que os explicará
la lección de con quién se puede y con quién no se puede jugar.
Llegados a este punto ya no esperaréis una celebración discreta.
Primero miro con respeto, como el que ha disfrutado de una lucha igualada pero,
si os fijáis, tengo la sonrisa de quien se aguanta una carjacada.
Después capto la atención de cualquier audiencia,
finjo interés, adulo con prudencia
y narro el combate con detalles, parándome,
dejando que la gente se imagine la cara
de los pobres valientes que un día llegaban
como habéis llegado vosotros ahora,
como habéis llegado vosotros ahora,
como habéis llegado vosotros ahora.
Que cuando la derrota es muy clara hay quién busca sitio en otro lado
y yo, que compito.
Que cuando la derrota es muy clara hay quién busca sitio en otro lado
y yo, que compito.
Que cuando la derrota es muy clara hay quién busca sitio en otro lado
y yo, que compito.