Cuando amaneces, en seguida en el aire,
se agita la luz sin querer
e, incluso el día, viene despacio
para verte.
Y ya rendido, te ve llegar
de ese otro mundo, sólo tuyo,
donde quisiera entrar un día
para perderme.
Para perderme en esos rincones
donde tú andas, sola sin mí,
ardo de celos de ese jardín,
donde sólo va quien tú quieres,
donde eres señora del tiempo sin fin,
por mi cruz, joya de luz,
entre las mujeres.
Se quiebra el tiempo en tu mirada,
en ese gesto, sin pudor,
se rasga el cielo y allá voy yo,
para perderme.
Para perderme en esos rincones
donde tú andas, sola sin mí,
ardo de celos de ese jardín,
donde sólo va quien tú quieres,
donde eres señora del tiempo sin fin,
por mi cruz, joya de luz.