Entonces ya era fuerte y no perdía nunca la calma
y me divertía todo y había aprendido a saludarte
contento y exhibiendo las más radiante de las sonrisas,
tocándote como los fuertes; los seres a los que es imposible herir.
No llores niño que no sabré qué decir,
no llores niño que eres más guapo cuando ríes.
Entonces ya era fuerte y dominaba las palabras
y contruía mundos perfectos donde no me importaba
ni con quién has dormido hoy ni que harás mañana por la tarde,
ni pienso algunas noches....
que eres demasiado parecida a quién busco para mí.
¿Quién osará sentir que le protege
la cuenca de unas manos muertas de frío?
Y el día llegó, aquél que con fuerza esperaba,
los que han venido hoy, mañana también podrán irse.
No me hizo falta ni un lloro, ni encenderle velas a ningún ángel,
entonces ya era fuerte, y un fuerte no debía perseguirte...
¿O es que usted no está de acuerdo conmigo?
¿Quién quiere un cuento triste para ir a dormir?