Pasabas por allí, no sé bien,
que vibró dentro de mí
y sin pensar
me fui detrás de ti.
La luna en tu melena me ayudó a
seguir tus pasos por la acera
pero al doblar la esquina del bazar
no sé como te perdí.
En plena confusión escuché
dentro de mi corazón
como una voz marcando la señal.
Iba diciendo y me va diciendo.
Tú... tú y yo.
Tú y yo.
Tú y yo.
Como un radar en el mar
que el barco a puerto quiere anclar
aquella voz subía la intención
o bajaba si iba mal, iba un poco mejor.
En miles de movidas me metí
por seguir de tras de ti
pero al final encontré el lugar
y en medio de la luz estabas esperando.
Tú... tú y yo.
Tú y yo.
Tú y yo.
Colgado de los palos y amarrado
por los pies y por las manos.
Me pregunté
¿quién lo pudo hacer?
Trepé por la madera y aparté
de tu cara la melena, y te besé.
Tres palabras rotas
escapaban de tus labios.
Tú... tú y yo.
Tú y yo.
Tú y yo.
Tú... tú y yo.
Tú y yo.
Tú y yo.