Eres paz en los tragos amargos
y eres alma abrazando un 'te quiero'
Eres llama alentando en quebranto
y eres lluvia aplacando mis duelos.
Yo soy más de mirarme en los charcos,
perderme en el '¿cuando?' y jurarme que 'luego'
De gritar en silencio esperando
que entiendan que nunca seré como ellos.
Eres tiempo saltando a mi espacio
y eres orbe creando senderos.
Eres magia de cerca y despacio,
eres puro palacio de anhelos.
Yo tan necio y reacio al aprecio
buscando un regazo que abrace mis miedos,
yo tan tuyo admirando lo tuya que eres
tejiendo a versos un 'seremos'.
Juntos somos la voz que conmueve, que comprende y que vuelve si lloras,
somos motivación si amanece y a veces conviertes en banda sonora.
La salida a una herida con sal, una mano tendida si olvidas a solas...
Somos dos inspirados pirados nadando en contra de las olas.
Sentirte tan cerca y tenerte lejos,
vuelve a visitarme al pasar las dos,
gritemos al mundo haciéndonos viejos,
mudémonos siempre de habitación.
Volvámonos locos en otro intento,
hagamos castillos en el salón,
que no decidamos la hora de vernos,
que no sepamos decirnos adiós (decirnos adiós).
Eres todo armonía en mi desorden
y eres tierra firme en mar abierto
eres luz que se ve al horizonte
y un oasis sobre mi desierto.
Yo una duda que anuda y se esconde
corriendo en el borde y brillando por dentro,
esperando ese tren con su nombre,
y lo único que pasa es el tiempo.
Eres música, vida y soporte
y eres fuerza inspirando otro intento,
tú la rima que da igual en dónde
es un arte que absorbe y responde en silencio.
Yo cristal de bohemia en un golpe,
yo la prisa que pisa muy lento...
Me centré en no perder más el norte
y si navego en tus surcos lo encuentro.
Juntos somos recuerdos en masa y un latido que ya no hace caso,
somos una enseñanza en papel y somos la nostalgia que emerge en tus cascos.
Una brisa que eriza la piel, la canción favorita que agita los pasos...
Somos dos inspirados pirados pintando de luz el ocaso.
Sentirte tan cerca y tenerte lejos,
vuelve a visitarme al pasar las dos,
gritemos al mundo haciéndonos viejos,
mudémonos siempre de habitación.
Volvámonos locos en otro intento,
hagamos castillos en el salón,
que no decidamos la hora de vernos,
que no sepamos decirnos adiós (decirnos adiós).