Indefensos vampiros,
vampiros transilvánicos,
buscando su alimento
en la gran ciudad.
Caminando borrachos,
borrachos de nostalgia,
ávidos de una arteria yugular.
Los sábados se visten
con sus mejores galas;
salen a practicar
su vieja y respetable profesión,
que hoy sólo nos inspira compasión.
Pues… el nuevo vampiro juega al golf
y desayuna con un ordenador,
perfeccionó un sistema de succión
que nos extrae la sangre sin dolor.
La vulgar dentellada
ha quedado anticuada,
los tiempos han cambiado
¡Drácula no seas camp!
Hoy cualquiera lo haría mucho mejor que tú:
Vuélvete al ataúd, descansa en paz
con una estaca, en el tercer espacio intercostal.