No se puede buscar un negocio
de antigüedades por la avenida.
Cada compra tiene su sitio correcto
y no todas las calles son un recorrido.
Es raro encontrar una cosa especial
en las vitrinas de una calle central.
Para cada cosa hay un sitio
pero el de la maravilla
sólo está más escondido.
El tesoro está al final del arcoiris,
pues encontrarlo cerca
en tu propia cama se disfruta mucho menos.
No se puede buscar un negocio
de antigüedades por la avenida.
Cada compra tiene su sitio correcto
y no todas las calles son un recorrido.
¿Cómo buscar la sombra en un desierto
o asombrarse de lo difícil que es encontrarse a alguien en mar abierto?
Antes de partir uno debe estar seguro
de lo que uno quiere buscar, de las verdaderas necesidades.
Entonces yo propongo, para no causar confusión,
a quien tenga menos de cincuenta años
que apague ahora la televisión.
Pero no se puede entrar en un negocio
y después quejarse de que todo tenga un precio.
Si la vida es una subasta siempre abierta
también los pensamientos estarán en oferta.
Pero los paseos más largos,
las nevadas más blancas
y las palabras que te escribo,
no sé dónde los he comprado.
Seguramente los busqué
sin prisa alguna
porque la plata, sabes, se compra
pero el oro se espera.
El oro se espera.