Dejaré
que me lleve el viento
y que el tiempo se consuma sobre mi cara.
Che el estupor me arrastre,
que me azote de un lado a otro de
esta tierra limpia y feroz.
Me dejaré escoger e inferir
porque no se es hombre
sin culpa y un motivo.
Sin un vino que derretir en los labios
y recuerdas en los labios la sonrisa de
un amor grande que yo
conocí por la calle
distraído sin palabras
por la lluvia y el dolor.
Nos haremos la guerra
con un beso entre los dientes
y el futuro en los ojos.
Protegeremos nuestras razones y nuestras fragilidades.
Estaremos más atentos
y más cansados.
Veremos el sol desaparecer en el mar
si es el destino que viene
antes de enamorarnos.
Si la noche es una noche
los lamentos estarán en la puerta,
yo les diré
que no soy yo.
Que allá afuera hay un campo de flores y errores
sobre tu cara, el concederse una mañana que
nos hace entender si estamos
conscientes solamente una hora al día
por amor o por redención.
Nos haremos la guerra
con un beso entre los dientes
y el futuro en los ojos.
Protegeremos nuestras razones y nuestras fragilidades.
Estaremos más atentos
y más cansados.
Veremos el sol desaparecer en el mar.
No es una cuestión moral sino
puramente casual.
Terriblemente inmoral pero
inmoralmente casual.
Nos haremos la guerra
con un beso entre los dientes
y el futuro en los ojos.
Protegeremos nuestras razones y nuestras fragilidades.
Estaremos más atentos
y más cansados.
Veremos el sol desaparecer en el mar
si es el destino que viene
antes de enamorarnos.
Veremos el sol desaparecer en el mar
si es el destino que viene
antes de enamorarnos.
Antes de adormecerme.