Cálmate entre la multitud confusa,
Que duda de ti por la confusión de todos,
Cree en ti mismo retando al universo,
Y a los incrédulos perdona sus pecados;
Y a pesar que aún no llego la hora, espera sin cansar,
Que los mentirosos mientan, no seas igual;
Sepa dar perdón y al perdonar,
No parecer que eres más generoso y capaz.
Sepa soñar sin ser esclavo de los sueños,
Y ser pensante, sin idolatrar los pensamientos,
Reciba por igual el éxito y los regaños,
Sin olvidar que sus voces mienten.
Quédate callado, incluso si tu palabra
Cambio un aprovechador para convencer a los dementes,
Cuando tú vida se derrumbó y estás obligado
Levantarlo todo desde sus cimientos.
Sepa apostar con alegre esperanza
Todos tus ahorros ganados con el gran esfuerzo,
Perderlo todo y convertirse en mendigo como antes
Y jamás arrepentirse de eso,
Sepa obligar tu corazón, tus nervios y tu cuerpo
Servirte, a pesar que en el pecho tuyo
Está vacío, ya no hay nada ardiente
Tan solo Voluntad que dice: “¡Continua!”
Sea humilde hablando con los reyes,
Sea honesto, habla con la gente;
Sea directo y seguro con los enemigos y compañeros,
Y cuando llega la hora, que tu opinión tomen en cuenta;
Dale sentido a cada momento
A cada hora y los días que siempre corren,
Entonces, el mundo entero lo aceptaras como tu reino,
¡Entonces, hijo mío, serás un Hombre!