Son los días del desconcierto,
del amor que no se inventa.
Los días sin destino
y sin movimiento.
Cuando el juego se pone serio
y se olvida uno de jugar,
y todo es una cuesta hasta la noche,
hasta el sueño que te recupera.
Son los días del desconcierto,
los días sin deseos
de los eventos en contra del tiempo
sin un papel real.
De los ojos cerrados hacia el sol
a la espera de un destello
cuando ya no sientes calor
y el vacío te asalta.
¿Dónde está, dónde está, dónde está, dónde está,
dónde está la calle para regresar?
¿Dónde está, dónde está, dónde está, dónde está,
dónde está la estrella que seguir?
Son los días del vagabundo
de un mundo malo y encerrado en sí mismo,
ciudadano de una bella nada,
extranjero en todas partes.
Del Pacífico es determinado
ejercicio del desacuerdo.
Los días en los qué entenderse es complicado.
Los días fuera del tiempo.
¿Dónde está, dónde está, dónde está, dónde está,
dónde está la calle para regresar?
¿Dónde está, dónde está, dónde está, dónde está,
dónde está la estrella que seguir?
La estrella que seguir.
Son días complicados los días del desconcierto,
donde te encuentras en una sola persona y te pierdes en otras cien.
Y el rey quema la corona y el silencio encuentra las palabras.
El mar quiere ser colina para contemplarse desde lo alto
como hace un espejo, como tú miras el reflejo
de lo que nunca te he dicho.
De lo que nunca te he dicho.
La mañana está tan cansada de iluminar
que me repite "buenas noches" indefinidamente.
Y el agua se hace vino
como el inocente se convierte en asesino.
Incluso un reloj roto tiene razón cada dos veces al día,
¿y entonces por qué no puedo sentirme como me siento?
Los tiempos están cambiando pero la única cosa que cuenta
es amar lo que tengo alrededor y sentir el viento en la cara.
¿Dónde está, dónde está, dónde está, dónde está,
dónde está la calle para regresar?
¿Dónde está, dónde está, dónde está, dónde está,
dónde está la estrella que seguir?
La estrella que seguir.