En la vitrina que adorna la esquina
una linda noche nació el amor.
Él se declaró, ella un beso aceptó
y juró amarlo con fervor.
Él le cantaba y decía:
"Te daré mucha felicidad,
y de todo lo que me pidas
tú tendrás doble cantidad."
Mas vino el destino con cruel desatino
a interrumpir su felicidad.
Los dos que se amaban jamás sospechaban
que los fuese a separar.
"Ámame siempre,
que aunque ahora me ausente
mi ser nunca te olvidará.
Soy tu prometida y tuya es mi vida.
Ten fe y nuestro amor triunfará."
Días vinieron y meses se fueron
y él ya perdido su amor creyó.
Pero sucedió que su suerte cambió
y a buscarla feliz partió.
Lleno de gozo cantaba:
"A mi amor buscaré y lo hallaré.
Usted se parece a mi amada...
¡Ay! Perdone usted, me equivoqué."
Buscó por los pueblos, buscó por ciudades,
hasta llegar a la capital,
mas la fe no perdió y un buen día escuchó
la canción de aquel día fatal.
"Ámame siempre,
que aunque ahora me ausente
mi ser nunca te olvidará.
Soy tu prometida y tuya es mi vida.
Ten fe y nuestro amor triunfará."
Camina y camina volvió a la vitrina
a buscarla donde la conoció.
Fue inútil venir, aumentó su sufrir
y de pena morir creyó.
Al ir errante gemía:
"Ven a mi, sin tu amor moriré.
Me arrastra mi suerte impía
y estoy ya perdiendo la fe."
Cuando él más sufría y su fin presentía
su mala suerte lo abandonó.
La mujer que adoraba junto a él se encontraba.
El destino al fin los reunió.
Y juntos juraron jamás separarse
y amarse hasta la eternidad.
Y colorín colorado el cuento ha terminado
con dicha y con felicidad.
Ha triunfado el amor de verdad.