Quédate conmigo un rato,
asciende sobre lo infame,
invoca mi descanso final,
derramado sobre mi pecho.
En el huerto, camino mientras espío más allá de la entrada,
escenas marchitas para nosotros, que no pudimos esperar
drenados por la más fría caricia, acosando a las sombras.
Halo de muerte, lo único que veo son partidas.1
Lamento que plañe, pero soy yo quien es el mártir.
Prométete conmigo,
nunca me dejes ser,
el sudor corre por mi frente,
el tiempo dado, termina ahora.
En el huerto, camino mientras espío más allá de la entrada,
escenas marchitas para nosotros, que no pudimos esperar
drenados por la más fría caricia, acosando a las sombras.
Halo de muerte, lo único que veo son partidas.
Lamento que plañe, pero soy yo quien es el mártir.
Un espíritu pintó un pecado,
brasas bajo mi piel
disimuladas por un pálido abrazo,
alcanzaron y tocaron mi rostro.
En el huerto, camino mientras espío más allá de la entrada,
escenas marchitas para nosotros, que no pudimos esperar
drenados por la más fría caricia, acosando a las sombras.
Halo de muerte, lo único que veo son partidas.
Lamento que plañe, pero soy yo quien es el mártir.
1. En el sentido de abandonar, marcharse.