Si una gaviota viniese
a traerme el cielo de Lisboa
en el dibujo que hiciese,
en ese cielo donde la mirada
es un ala que no vuela,
desfallece y cae al mar.
Qué perfecto corazón
en mi pecho latiría,
mi amor en tu mano,
en esa mano donde cabía
perfecto mi corazón.
Si un portugués marinero,
de los siete mares errante,
fuese quien sabe el primero
contarme lo que inventase,
si una mirada de nuevo brillo
con mi mirarada se enlazase.
Qué perfecto corazón
en mi pecho latiría,
mi amor en tu mano,
en esa mano donde cabía
perfecto mi corazón.
Si al decir adiós a la vida,
las aves todas del cielo
me diesen la despedida,
tu mirada postrera,
esa mirada que era sólo tuya,
amor que fuiste el primero.
Qué perfecto corazón
en mi pecho moriría,
mi amor en tu mano,
en esa mano donde perfecto
latió mi corazón.