A saber, a saber mañana
qué nos traeremos entre manos,
si aún se podrán contar las olas del mar
y levantar la cabeza.
No estés tan seria, quédate.
Los rusos, los rusos, los americanos,
sin lágrimas, no te pares hasta mañana.
Quizás haya sido un trueno,
no me extraña,
es una noche de fuego.
¿Dónde tienes las manos?
Nacerá y no tendrá miedo nuestro hijo.
Y a saber cómo será él mañana,
qué caminos llevará,
qué se traerá entre manos... entre manos.
Se moverá y podrá volar,
nadará en una estrella,
¡qué guapa eres!
y si es una niña, se llamará Futura.
Su nombre, dicho esta noche,
ya da miedo.
Será distinta, bella como una estrella,
será tú en miniatura.
Pero no te pares, quiero seguir besándote,
cierra los ojos, no mires atrás.
Aquí todo el mundo parece de cristal
y se cae a pedazos como un pesebre viejo.
Más, muévete más rápido, más, bendita,
más arriba, en el silencio entre las nubes, más arriba,
que lleguemos a la luna, sí a la luna.
Pero no es tan guapa como tú esta luna,
es una falda americana.
Así que, arriba, poniéndonos de lado, más arriba,
dirige tú, que estoy cansado, más arriba,
entre los cohetes y un latido del corazón, más arriba.
Estoy seguro de que hay sol,
pero ¡qué sol! es un sombrero de hielo,
este sol es una cadena de hierro,
sin amor, amor, amor, amor.
Lento, lento, ahora late mas lento,
hola, ¿cómo estás?
siento tu corazón.
Tus ojos tan hermosos nunca los he visto,
pero ahora no te des la vuelta,
quiero seguir mirándote,
no vuelvas la cabeza.
¿Dónde tienes las manos?
Esperemos a que vuelva la luz,
a escuchar una voz.
Esperemos sin tener miedo, hasta mañana.