No hemos puesto la nariz en Santa Maria del Fiore,
no hemos cruzado en Puente Vecchio
esquivando diez mil turistas,
no hemos guardado fotografías
ni una mísera postal
de la cúpula gigante de Brunelleschi.
Nunca hemos visitado la galeria de los Ufiizi,
no hemos temblado con la obra maestra
de los pintores renacentistas.
No hemos subido al belvedere
ni hemos visto Florencia a nuestros pies.
No hemos puesto un cerrojo a nuestro amor eterno.
Pero me conozco de memoria,
tus sábanas,
la geografía de tu cuerpo,
cada rincón del dormitorio
donde hemos plantado cara al invierno,
cada centímetro de ti,
cada constelación que llevas
grabada en la piel de la espalda.
No hemos merendado juntos en la Plaza de la Signoria
no hemos visto el Palacio de los Pitti
ni el David de Miguel Ángel.
No hemos lanzado una moneda dentro de la fuente del Neptuno
ni hemos contemplado el altar de Santa Croce.
Pero me conozco de memoria,
tus sábanas,
la geografía de tu cuerpo,
cada rincón del dormitorio
donde hemos plantado cara al invierno,
cada centimetro de ti,
cada constelación que llevas
grabada en la piel de la espalda.
Reconozco perfectamente
la alarma del despertador,
nuestra ropa en un montón,
tantas películas que no hemos visto
y creo que no veremos nunca,
cada carícia recurrente,
mil confidencias en papel
y demasiados adióses contra reloj.