Tierra adorada,
hija del sol de Oriente,
su fuego ardiente
en ti latiendo está.
Patria de amores,
del heroísmo cuna,
los invasores
no te hallarán jamás.
En tu azul cielo, en tus auras,
en tus montes y en tu mar
esplende y late el poema
de tu amada libertad.
Tu pabellón que en las lides
la victoria iluminó,
no verá nunca apagados
sus estrellas ni su sol.
Tierra de dichas, de sol y amores
en tu regazo dulce es vivir;
es una gloria para tus hijos,
cuando te ofenden, por ti morir.