En un dulce atardecer primaveral
contemplé tu belleza sin igual;
y al mirarme en el fuego de tus ojos,
sentí al alma palpitar llena de amor,
y al mirarme en el fuego de tus ojos,
sentí el alma palpitar llena de amor.
En un dulce atardecer primaveral
contemplé tu belleza sin igual;
y al mirarme en el fuego de tus ojos,
sentí al alma palpitar llena de amor,
y al mirarme en el fuego de tus ojos,
sentí el alma palpitar llena de amor.
Dime niña qué misterio y qué abismo
insondable de amor tienen tus ojos.
Sólo sé, desde entonces que te quiero,
sólo sé, desde entonces que te adoro,
mi paloma torcaz, mi colibrí
mi princesa oriental mi bella hurí.