Que vuelen los vencejos
no quiere decir que
vaya a soplar Garbí
al atardecer
o que vaya a estallar un viento
de poniente.
Que vuelen los vencejos
no le importa al viento.
Que vuelen los vencejos
no significa que ellos
acuesten al sol
tras los robles
y le hagan con helechos
una cuna.
Que vuelen los vencejos
no le importa al sol.
No le importa
o
le importa tanto,
que cuando los vencejos se van
el sol se queda llorando.
Que vuelen los vencejos
no quiere decir que ellos
salpiquen el mar
de hombres y barcas
y le plateen el lomo
de espejo claro.
Que vuelen los vencejos
no le importa al mar.
Que vuelen los vencejos
no quiere decir que
se tenga que bordar el cielo
de luciérnagas
o que se pinte la luna
un cuarto creciente.
Que vuelen los vencejos
no le importa al cielo.
No le importa
o
le importa tanto,
que cuando los vencejos se van
el cielo se queda llorando.
Y después de todo esto,
dígame usted
si el vuelo de este vencejo
no quiere decir nada.