Hemos atravesado más de un infierno
contra la lluvia y el viento
y el rigor de la tempestad.
Hemos hecho fuerza del miedo,
somos chispa en la oscuridad
que fundirá este glaciar.
Cuando hemos caído nos hemos levantado,
renaciendo en un cuerpo nuevo
con la lección más aprendida.
Siempre con un pie en el recuerdo
para no olvidar nunca quiénes somos
y hacer honor a la promesa.
Y si pienso en ti, me libero de mi peso,
como teniendo las alas de un pájaro.
De todas las causas, la más noble es la que sientes
murmurar incansable entre latidos.
El asedio que nos oprime solo nos hace más libres,
y de la fe y la razón forjaremos un himno.
Somos hijos de una tierra tenaz,
que no se doblega ni rinde
como un ciprés de raíces profundas.
Recordaremos a los que se han ido
y nos uniremos en su canto,
como una voz a lo largo de los siglos.
Si somos pequeños entre gigantes,
haremos que cuente cada paso,
ya no viviremos en la añoranza.
De las heridas del pasado,
de las batallas que hemos perdido,
siempre nace nueva esperanza.