Su voz llenaba el salón.
Sólo quien fue tan herido,
la patria humillada ha visto;
la justicia envilecida
pudo acusar con palabras,
sangre del corazón,
y de la verdad entraña.
Los hombres del pueblo son
desempleados, obreros,
cosechando la miseria,
campesinos que, en la tierra
amada y ajena, sudan.
Y a esta gran masa irredenta,
a la que ofrecen y engañan,
no le iban a decir:
“Te vamos a dar”,
sino: “Tienes aquí,
lucha con todas tus fuerzas
hasta vencer o morir.”