Era un lugar pequeño, no cabian los muebles.
La ventana, un cuadro exacto de Magritte.
El sofá miraba la telenovela
y perdió el hilo.
Y pasaban noches como pasan los coches,
la bombilla, equilibrista sobre el vacío,
tripulando el polvo encima de las cosas
por el peso del olvido.
La luna viene, la luna va,
como un péndulo en la mano.
La cadencia del sueño.
Cara al viento o cara al mar,
un adiós siempre es polar,
pero hay luz aun en el primer árbol del bosque.
El almirante, perdido en una gotera,
navegaba dentro de una cáscara de nuez.
La deriva solo es un poema,
el cubo del pozo.
La luna viene, la luna va,
como un péndulo en la mano.
La cadencia del sueño.
Cara al viento o cara al mar,
un adiós siempre es polar,
pero hay luz aun en el primer árbol del bosque.