Señor yo te imploro ferviente y rendido
a Ti que eres Padre de la humanidad,
para mis delitos generoso olvido,
y para mis penas más conformidad.
Cruzo por la vida siempre meditando,
¿por qué todos gozan mientras sufro yo?
Mientras todos pasan riendo y cantando,
yo pido limosna por amor de Dios.
Vivo triste y solo por los arrabales,
no tengo más casa que un triste portal,
mas llorar no puedo ni mis grandes males.
Señor ya no puedo, ¡qué horrible es mi mal!
Sin padre ni madre, ni amigo, ni hermano,
devoro en silencio mi propio dolor.
Y siempre que al cielo levanto las manos,
pidiendo consuelo me lleno de horror.