El martes me fusilan
a las 6 de la mañana,
por creer en Dios eterno
y en la gran Guadalupana.
Me encontraron una estampa
de Jesús en el sombrero.
Por eso me sentenciaron:
porque yo soy un cristero.
Es por eso me fusilan
el martes por la mañana.
Matarán mi cuerpo inútil
pero ¡nunca, nunca! mi alma.
Yo les digo a mis verdugos
que quiero me crucifiquen.
Y una vez crucificado,
entonces, usen sus rifles.
Adiós sierras de Jalisco,
Michoacán y Guanajuato.
Donde combatí al Gobierno
que siempre salió corriendo.
Me agarraron de rodillas,
adorando a Jesucristo.
Sabían que no había defensa
en ese santo recinto.
Soy labriego por herencia,
jalisciense de nasciencia.
No tengo más Dios que Cristo,
porque me dio la existencia.
Con matarme no se acaba
la creencia en Dios eterno.
Muchos quedan en la lucha,
y otros, que vienen naciendo.
Es por eso me fusilan
el martes por la mañana.
¡Pelotón! ¡Preparen! ¡Apunten!
¡Viva Cristo Rey! y ¡Fuego!