No sé hacia dónde vamos,
si esto es solo un cara o cruz
en un duelo con los años,
espalda contra espalda.
Esta luz blanca del invierno,
que calienta el día a día,
el hielo eterno, el infierno,
con una tibia calma.
Sueños contra el viento,
recuerdos medio congelados,
dicen que ha caído el firmamento
en un campo abandonado.
Pidiendo tiempo muerto,
atraviesa el corazón el aliento
de lo incierto de una estrella fugaz.
Somos como flores raras sin pétalos al sol
y sin las cosa claras solo si lavan de más.
Adelantando a las tinieblas
por las curvas sin señal y faz de cielo,
veo cometas en la niebla,
sombras en el suelo.
Las calles se estrangulan
cuando llegan a ninguna parte,
hasta las noches aúllan al alejarte.
Este cambio de sentido,
estos balcones que asoman
a un tiempo que se ha ido,
este nuevo amanecer.
Este canto de sirena,
este rumbo desnotado
por las luces y las penas,
este desaparecer.
Una ruta silenciosa,
abismos entre las baldosas.
Sueños contra el viento,
recuerdos medio congelados,
dicen que ha caído el firmamento
en un campo abandonado.
Tus respuestas se han perdido
mis preguntas han descarrilado en un tren
hacia lo conocido, desorientado.