Se oyen pasos de un hombre que va,
bajo el peso de un fardo de cuero,
muy pausada es su forma de andar,
fatigado se mira el cartero.
A mi casa lo he visto llegar,
y al llegar se detiene en mi puerta,
salgo a ver cuando empieza a llamar,
y en mi mano una carta me entrega.
Le pregunto que suele llevar,
escondido en su bolsa de cuero,
llevo penas y felicidad,
llevo vida me dice el cartero.
Si a tu puerta llamándote esta,
buenas nuevas tal vez te ha traído,
tu no debes hacerlo esperar,
pues tendrá que seguir su camino.
Por poblados y toda ciudad,
y también polvorientos caminos,
va dejando su vida al andar,
por cumplir aunque vaya rendido.
Ya lo lejos se ve caminar
y encorbada su noble silueta,
otro día quizás volverá
con su carga llamando a tu puerta.