Hoy voy a contar la historia
del arrepentido que,
viviendo en la memoria,
se perdió el camino.
Es hermano de ese que anda
siempre en el futuro,
pasa temporadas largas
sordo, ciego y mudo.
Hoy voy a cantarte la canción
del arrepentido.
Si saltas, vives, pero hay que saltar pa’ dentro,
y no hay parada de metro que nos lleve a ese lugar
donde los miedos se confunden con la vida
y no queda otra salida que volvernos a encontrar...
Con el presente,
el que nos lleva las cuentas pendientes,
el más humilde, hasta el más influyente,
el que te dice: “óyeme, ven, pórtate bien,
vamos pa’ Oviedo, que nos deja el tren”.
Hoy voy a contar la historia
del que busca afuera,
queriendo encontrar culpables
para sus problemas.
Ese que va por la vida
con la razón, siempre,
y no sabe que no existe
eso que defiende.
Hoy voy a cantarte la canción
del arrepentido.
Si saltas, vives, pero hay que saltar pa’ dentro,
y no hay parada de metro que nos lleve a ese lugar
donde los miedos se confunden con la vida
y no queda otra salida que volvernos a encontrar con el presente.
Donde huyen los fantasmas
se ahogan las supersticiones,
donde todo el mundo baila
al ritmo de los corazones.
Ahí donde todos los miedos, Carlos,
se desaparecen,
donde todas las tristezas se van
cuando me ven aparecer.
Si saltas, vives, pero hay que saltar pa’ dentro,
y no hay parada de metro que nos lleve a ese lugar
donde los miedos se confunden con la vida
y no queda otra salida que volvernos a encontrar.
Despierta,
cada segundo que pasa se cierra una puerta,
en cada mirada perdida se muere un paisaje,
que cada momento que vuela no vuelve.
Despierta, conecta tu cuerpo
mediante la mente, a la fuente
que mueve hasta lo que no ves,
porque crees que es inerte.
Y así podrás al fin saber lo que grita el planeta,
ya llegó la hora de que miremos dentro, despierta.