Adiós, adiós, lucero de mis noches,
dijo un soldado al pie de una ventana;
me voy, me voy, no llores
ángel mío, que volveré mañana...
Ya se asoma la estrella de la Aurora;
ya se divisa en el Oriente el alba
y en el cuartel, tambores y cornetas
están tocando "Diana"...
Horas después, cuando la negra noche
cubrió de luto el campo de batalla,
a la luz del vivac, pálido y triste,
un joven expiraba.
Se ve vagar la misteriosa sombra
que se detiene al pie de una ventana
y murmura: "No llores ángel mío,
que volveré mañana"...