Esteban estaba ensimismado en el estudio.
Eduviges entró, exaltada.
– ¡Estoy enferma! – exclamó.
Efectivamente escupía excrementos.
Esteban, embotado, eludió expedirse.
Ella exhortó, enojada:
– ¡Escúchame! Estoy experimentando endemoniados espasmos estomacales!
– Es el espárrago – estipulo él – Estaba envenenado, evidentemente.
– ¡Estúpido! Estabas enterado!
– Estás equivocada.
Eduviges eructó estrepitosamente.
– Estás esparciendo estiércol en el éter
Esteban escudriñó el entorno.
Estaba enteramente embadurnado en el escatológico elemento.
– ¡Esteban, enviame el especialista en enterología!
El entró en erección.
– En este estado eres en extremo excitante – explicó.
Eduviges expectoró en el enduido.
-¡Eso, eso! – enfervorizó él
Ella expelió el esófago.
Enseguida expiró.
Entonces él… eyaculó.