En los jardines de sauces conocí a mi amorcito;
ella recorría los jardines con níveos piecitos.
Amarla lento pidió, cual hojas que crecen en el arbolito;
pero yo le hice caso omiso, ingenuo y jovencito.
En el campo a la vera del río estábamos de pie
y en mi hombro caído apoyó la mano nívea.
Ir con calma pidió, cual césped que crece en el dique;
pero era ingenuo y jovencito, ahora me voy a pique.