Un viaje sólo tiene sentido sin retorno
si no es al vuelo,
sin paradas ni confines,
sólo horizontes pero tampoco muy lejanos.
En este carrusel de almas,
quien se voltea está perdido y se queda aquí.
Lo sé, por cierto, amigo.
También yo me volteé
y para alcanzarte tuve que correr.
Pero entre más miro a mi alrededor, veo que
hay un mundo que sigue adelante aunque
tú ya no estés aquí.
Tú ya no estás aquí.
¿Nunca te ha sucedido que te detienes
para mirar atrás y ver si
el mundo se ha detenido contigo
o quizá se volteó hacia ese rincón
para esconderse?
Yo lo hago seguido, ¿y sabes qué es?
Es un fuego que ya no quema porque
ya no arde.
Ya no arde.
Y dime por qué
en este carrusel de almas
no hay un sitio
para quitarse de encima
lo que ya ha sido dicho
y lo que ya se sabe.
Y entonces sabes que hay...
que haya lo que haya, hay un tren que tomo
y que va a la ciudad paraíso.
Y me despido de todos y salto en él.
Tomo el tren y dejo de pensar.
Un viaje sólo tiene sentido sin retorno
si no es al vuelo,
sin paradas ni confines,
sólo horizontes pero tampoco muy lejanos.
Yo me aferraré a mi sitió
y tú sentada ahí a mi lado
me dirás: "Destino paraíso".
Un viaje sólo tiene sentido sin retorno
si no es al vuelo,
sin paradas ni confines,
sólo horizontes pero tampoco muy lejanos.
Yo me aferraré a mi sitió
y tú sentada ahí a mi lado
me dirás: "Destino paraíso".
Que haya lo que haya, hay un tren que tomo
y que va a la ciudad paraíso.
Yo me aferraré a mi sitió
y tú sentada ahí a mi lado
me dirás: "Destino paraíso,
un paraíso ciudad".