Hoy amaneció un poco nublado,
Pronosticaron la tormenta devastante,
Pero mi viaje no podía cancelarlo,
Me hacía falta retenerte, acariciarte.
Fueron muchas horas anhelando
Más de lo que pude imaginarme,
Y es que el destino es tan perfecto, tan exacto,
Que descubrí por qué jamás debí buscarte.
El te besaba con tanta pasión
Que de tristeza la noche lloró,
Fue tan extraño, callé mi dolor,
Pero mi alma no se resistió.
Si te molesto, discúlpame.
De que te amo, no tengo ni una duda,
Pero es una tortura
que me daña el corazón.
Mejor me marcho con rumbo a mi fortuna,
Pidiéndole a la luna que te llene de ilusión,
Para que siempre seas feliz,
Y después de la tormenta, lo sea yo.