Yo quería ser el Mar de altivo porte
que ríe y canta, la vastedad inmensa.
Yo quería ser la Piedra que no piensa,
la piedra del camino, ruda y fuerte.
Yo quería ser el Sol, la luz intensa,
el bien del que es humilde y no tiene suerte.
Yo quería ser el árbol tosco y denso
que se ríe del mundo vano y hasta de la muerte.
Pero el Mar también llora de tristeza...
Los árboles también, como quien reza,
abren a los cielos los brazos, como un creyente.
Y el Sol altivo y fuerte al fin de un día
tiene lágrimas de sangre en la agonía
y las Piedras... Esas... Las pisa toda la gente...
Las pisa toda la gente...