Decir tu nombre era bueno,
me hacia bien en esa época;
hablaba de cualquier cosa
con palabras de ida y vuelta
para conseguir la excusa
de nombrarte con frecuencia...
Fue buena,
esa etapa de mi vida fue buena,
fue franca, hermosa, violenta,
terriblemente buena...
Tu nombre me puso duendes
en el vientre y en la lengua,
porque yo no creo en brujas
pero de que vuelan, vuelan...
En las mejores familias
pasan cosas como esas...
Hubo un momento en que todo,
la lluvia, una hamburguesa,
me recordaban tu nombre
con perfecta incoherencia
y fui tan inteligente
que no llegué a darme cuenta