Mi hámster se llama Cunnilingus
y créalo o no,
pero éste sujeto tiende a creerse un hombre.
Me pregunto cómo él se lo cree,
Pero siempre se prenda de mujeres
que vienen a cuchichearle:
Cunnilingus mi amor.
Ellas se prendan de él,
eso no le sorprende.
Y se levanta por la noche
para perfumarse
entre sus hermosos dedos.
Ah, lo que le encanta colgarse a sus barrotes
para hacer creer que verdaderamente es
el gran rey de los pectorales.
El problema es que él querría que lo amemos
como si él fuera realmente un hombre
al que cuchichearíamos:
¡Cunnilingus mi amor!
Ellas no se preocupan por él,
eso no le sorprende.
Cuando él baila por la noche
como si él arriesgara su vida
entre sus hermosos dedos.
Una noche yo forcé demasiado la dosis
de perfume para Cunnilingus
que se cree cada vez más un hombre.
Se echó a lamer todo su cuerpo
para lavarse porque, usted sabe,
nunca se es demasiado presumido.
Él se echó a bailar
eso no nos sorprende,
como un gran poseído.
De las alas a sus pantorrillas,
su cuerpo alcoholizado,
se estrelló contra los barrotes de su jaula.
Mucha sangre vertía de sus ojos
y de su dulce pelaje todavía todo bien perfumado.
Una realización jamás igualada
ni siquiera por Elvis Presley.
Michael Jackson, ¡Muérete de la envidia!
¡Muérete de la envidia Michael!
Oh, aie aie aie aie aie...
Mi hámster se llamaba Cunnilingus
y créalo o no,
pero este sujeto verdaderamente se creía un hombre.