En el Barrio Larreynaga, al final de aquel atajo,
vive Clodomiro Artiaga a quién le dicen 'El Ñajo'.
Clodomiro es entenado como bien lo sabés vos
del celador mal pagado de la farmacia de Cleto Urroz.
- Clodomiro, Clodomiro, ¿para dónde vas tan serio?
- Voy a ver un partidito allá por el cementerio.
- Y en asunto de mujeres, ¿cómo te trata la vida?
- Me defiendo, me defiendo como gato panza arriba.
En la farmacia surtida del mentado Cleto Urroz
tiene bretis Clodomiro, él es el 'cachimber Boy'.
El boticario sin dientes a la calle lo mandó.
Oigan, amigos presentes, lo que al Ñajo le pasó.
- ¿A ver, Clodomiro?
- Sí, patroncito.
- Andate a la ferretería y me comprás
una libra de clavos y un formón.
- ¡Una libra de clavos y un formón!
- No, no, no, no. Tenés que apuntarlo,
porque sino se te olvida
- No se me olvida, patroncito. Tengo un truco para que no
se me olvide el recado.
- ¡Vaya! ¿Cuál es ese truco, a ver?
- ¡Le pongo musiquita, oiga!
- ¿A ver?
- Una libra de clavos y un formón.
- Clodomiro, Clodomiro, ¿para dónde vas tan serio?
- Voy a ver un partidito allá por el cem...
Una libra de clavos y un formón.
- Y en asunto de mujeres, ¿cómo te trata la vida?
- Me defiendo, me defiendo como gato pan...
Una libra de clavos y un formón.
Clodomiro como siempre en la calle se topó
con su cuate Pico'e Liendre, que es un gran vacilador.
Clodomiro por vergüenza la estrategia transformó
y en vez de la cancioncita, solo la música silbó.
- Clodomiro, Clodomiro, ¿para dónde vas tan serio?
- Voy a ver un partidito allá por el cem...
(silbido)
- Y en asuntos de mujeres, ¿cómo te trata la vida?
- Me defiendo, me defiendo como gato...
(silbido)
Cuando a la ferretería el Ñajo llegó por fin,
le preguntó el dependiente: ¿En que te puedo servir?
Clodomiro, muy tranquilo de su truco musical,
le silbó la cancioncita con toda seguridad.
- ¡Esto es lo que yo vengo a comprar: oí, oí y oí!
(silbido)
- Bueno, bueno, bueno, pero ¿qué significa eso, hombre?
No entiendo nada, ¿qué pasa?
- Y yo que culpa tengo si no entendés nada, te lo voy
a decir despacito, al suave.
(silbido)
- ¡Un momento, hombre! O me decís lo que querés, o te saco a
puñetazo limpio de aquí de la ferretería, ñajo tonto.
- ¡Ah, es que ya me llevó el diablo! Fíjate que yo me acuerdo
bien de toda la musiquita, pero se me olvidó la letra.
- Clodomiro, Clodomiro, ¿para dónde vas tan serio?
- Voy a ver un partidito allá por el cementerio.
- Y en asunto de mujeres, ¿cómo te trata la vida?
- Me defiendo, me defiendo como gato panza arriba.
(silbido)