La queja sin fin
del flébil violín
otoñal
hiere el corazón
de un lánguido son
letal.
Siempre soñando
y febril cuando
suena la hora,
mi alma refleja
la vida vieja
y llora.
Y arrastra un cruento
perverso viento
a mi alma incierta
aquí y allá
igual que la
hoja muerta.