Nadie jamás impondrá el camino.
No me voy a dejar.
Nadie jamás despertará mis mañanas.
Es mi asunto.
Nadie jamás leerá mi estrella.
Me toca a mí predecirla.
Nadie jamás forzará mi fe.
Me toca a mí creerla.
Nadie jamás impondrá su ley.
Me toca a mi quererla.
Nadie jamás se abordará mis velas.
Me toca a mí saberlo.
Una necesita descubrirse por su cuenta
lo que da sentido a su vida
antes de resentir en sí misma
todo lo que ocurra aquí, aquí.
Se necesita saber guiar bien los sueños
por el camino de las ganas
antes de hacerlos correr sin tregua
por allá, por aquí.
Despegar y elevarnos
hasta quemarnos las alas
para atravesar el cielo,
para escribir su historia.
Despegar, despegar y elevarse
hasta quemarnos las alas.
A cada quien su historia.
A cada quien su historia.
Nadie jamás impondrá el camino.
No me voy a dejar.
Le toca a cada quien construir su memoria
según sus recuerdos.
Despegar y elevarnos
hasta quemarnos las alas
para atravesar el cielo,
para escribir su historia.
Despegar, despegar y elevarse
hasta quemarnos las alas.
Si, esa es nuestra historia.
Nadie jamás leerá nuestra estrella.
A cada quien su historia.
Nadie jamás abordará nuestras velas.
Es nuestra historia.