Apenas de madrugada
comienza el monte a vivir
con coros de chalchaleros,
de “huiñis” (1) y “quetubís” (2).
Van despertando los molles,
algarrobos y mistol;
“kishkaloros” (3), “sisakeyus” (4),
regalan su hermosa flor.
Traveseando anda el “ututu” (5)
por esas siestas ardidas,
castigada por los soles
duerme mi tierra sufrida.
Para el monte santiagueño
leyendas y tradición,
le llegue esta chacarera
cantada de corazón.
Con aromar de poleos,
se anuncia el atardecer,
es hora en que el “alma-mula” (6)
siempre suele aparecer.
Grita la “pampa lechuza”
en el vinal o el cardón,
urpillas y “queñalitas” (7)
le dicen su adiós al sol.
En la noche la vidala
de lejos parece un ay...
cruza el camino el “yanarca” (8)
llora el “kekuy” su turay.
Para el monte santiagueño
leyendas y tradición,
le llegue esta chacarera
cantada de corazón.