Hoy te escribo esta carta
porque siempre te quejabas
de que nunca te enviaba
cartas de amor.
Decías que era frío,
que era todo indiferente,
y buscaste un continente
para entregar tu calor.
Tal vez tu O.N.G.
se pueda ocupar
de resucitar
a hombres que
siguen vivos.
Las cartas que no envías
sólo son cartas marcadas:
te regalan una mano
pero nunca un corazón.
Mi casa está pidiendo
una mano de pintura
y algún punto de sutura
y hacer punto final.
Y si estás en un país
del África Central,
busca pronto un hechicero
que me enseñe a olvidar.
Cartas de amor
cuando ya no hay amor.
Cartas de amor,
pero sin dirección.
Mi hospital de campaña,
mi amuleto de la suerte,
una firme barricada,
lo eras todo para mí.
Pero hay cosas en la vida
que son mucho más reales
que los ojos que las miran.
Dime que fuí para ti.
Dime que fuí para ti.
Dime si en algún momento
me llegaste a querer.
Cartas de amor
cuando ya no hay amor.
Cartas de amor,
pero sin dirección.