Había en una antigua aldea, una vez,
una preciosa niña que se vestía
con una caperucita roja
que le había mandado a hacer la mamá
Y en vez de llevar su nombre real,
la gente la llamaba Caperucita Roja,
igual que aquella prenda
que a ella tanto le gustaba usar.
Y pasó que una vez la mamá le dio
dos tarros de manteca con unas galletas,
todo en una cesta, para que la niña
se las llevara a su abuelita enferma,
que vivía lejos de allí
Y así la niña alegremente
se metió en el bosque que debía atravesar,
Y de repente con un lobo se encontró.
Él no se la comió
por miedo a que lo viera algún leñador,
Pero le preguntó "¿Donde vás?".
Ella sin ningún temor
le explicó toda la situación
sin dejar de incluir hasta las señas de
abuelita, y este lobo que no era
ningún tonto, le propuso una carrera
hasta allí, pero él sabía como hacer
para cortar camino y en un santiamen
estar allá golpeando la puerta de la abuelita
y poniendo vocecita de caperucita
logró engañar completamente a la viejita.
Y ni bien lo hizo pasar, el lobo se la devoró.
Y cuando un rato después llegó Caperucita,
también la engañó fingiendo que era la abuelita,
Y la pobre niña le creyó, pero dijo
"Abuela, que brazos más grandes que tenés";
"Para abrazarte mejor", le dijo él;
"Pero que orejas más largas tenés";
"Para poder escucharte mejor";
"Y que ojos grandes";
"Son para verte mejor";
"Que dientes más grandes que tenés, abuela";
"son para comerte mejor",
Y ahí nomás se la comió,
Y colorin, y colorado, este cuentito se acabó.