Un pueblo puede libertar a sí mismo
de sus jaulas de animales electrodomésticos,
pero en la vanguardia de América
tenemos que hacer sacrificios
hacia el lento camino de la plena libertad.
Y si el revolucionario
no encuentra más descanso que la muerte,
pues que renuncie al descanso y sobreviva,
que nada y nadie lo retenga,
ni siquiera mientras dure un beso
o por algún calor de piel o alguna prebenda.
Los problemas de conciencia importan tanto
como la plena perfección de un resultado;
luchamos contra la miseria
pero al mismo tiempo contra la opresión.
Déjenme decirlo
que el revolucionario, cuando es auténtico,
está animado por un gran sentimiento de amor,
tiene hijos que no pueden llamarlo,
esposas que son parte de aquel sacrificio;
sus amigos son los compañeros de la revolución.
Adiós, mis viejos,
hoy es el día final;
no voy buscándolo, pero ya lo tengo todo planeado.
Adiós, Fidel,
hoy es al acto final.
Bajo mi cielo
de la gran patria de Bolívar
la luna de Higueras es la luna de Playa Girón.
Soy un revolucionario cubano,
soy un revolucionario de América.
Señor coronel,
soy Ernesto “Che” Guevara.
Dispáreme,
de todos modos seré igual de útil muerto
que vivo.