Hubo una vez
una princesa divina oriental
que prendada quedó
de un servidor
de su corte gentil
mas el rey ordenó
segura muerte al esclavo infeliz
y la pobre princesa
llora su amor en este cantar
ya mi corazón y mi alma
se han de morir de dolor
porque no verán jamás tus ojos de zahorí
y de pasión
si pudiera hacerte yo vivir
verte de nuevo junto a mí
si yo otra vez tu boca pudiera besar
dulce ilusión