Nacido en la convulsa ciudad,
en Rock and Roll, Estados Unidos.
A la sombra del edificio más alto,
juré que iría a romper lejos.
Escuché a los actores de Domingo,
pero todos ellos dijeron siempre:
"Que no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar.
No, no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar."
Educado en las aceras de la ciudad,
la frialdad en cada vuelta.
Sabía que tenía que encontrar las salidas,
nunca regresaría.
Me burlaba de los augurios del profeta
quien decía que viviría para aprender:
"Que no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar.
No, no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar."
Dirigiéndome sin ayuda hacia la costa oeste,
me detuve en la ciudad soporífera.
Olvidé mi cambio y marché fuera,
ni siquiera di una vuelta alrededor.
Lo que estaban muy cerca de conseguir
era este viejo sonido familiar:
"Que no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar.
No, no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar."
En una habitación de hotel en Amsterdam
en una salvaje y ventosa noche de Agosto.
Como una nube pasando sobre la luna fría,
mi corazón fue embargado por el terror y el miedo,
Filtrándose a través de las tablas del suelo,
entrando a través de las paredes,
entrando por la puerta,
sonando arriba y abajo de las salas:
"Que no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar.
No, no puedes escapar de esto,
no, no puedes escapar."
No, no puedes escapar.
No, no puedes escapar.
No, no puedes escapar.