Guitarrean las chicharras, mediodía.
Hay diez pingos apereaos en la ramada,
huele a sangre y a rencor la pulpería
porque el rubio que se alzó con la María
ha vuelto esta madrugada.
El tape Cruz ya sabía
que su rival volvería
y se la tiene jurada.
Hoy ha llegao ese día.
Y al pasar por la enramada
reconoce al pangaré
donde su china se fue
enancada.
Cruz no la pudo olvidar todavía,
Cruz la lleva en la memoria envainada,
se apea en la silenciosa pulpería
y entra como hoja afilada.
"Soy el novio de María.
Sirva dos cañas pulpero".
Alza su copa colmada
y le dice al rival de un día:
"¡Brindo, brindo por la puñalada
que va a dejar estirada
o tu osamenta o la mía!"
Y sobre el pucho, bravía
la topada.
Hay un revuelo de tira y ataja,
a punta y hacha ninguno se toca.
El tallador del destino baraja
da vuelta el mazo
y la muerte está en boca.
Y frente a la pulpería,
sobre el fin de la pelea
un gaucho rubio se enfría
y un pangadero olfatea.
Mientras Cruz, al estribar,
se pregunta todavía
por que no se hizo matar,
ya que muerto iba a olvidar...
a María...