En una soleada mañana de abril,
mi querido hijo, naciste
hasta que un día fuiste llamado
y de mi corazón fuiste arrancado.
De niño conociste los establos.
De muchacho conociste los campos.
Mi hijo, trabajaste a mi lado
pero al país debes someterte.
Fuiste llamado a servirle al país.
Fuiste llamado a servirle al rey
y de tu hogar te marchaste un día,
y sobre esto canto hoy.
Cuando estuve ahí de pie en la estación
y nuestros ojos se encontraron una última vez,
fue ese momento, mi querido hijo,
que jamás olvidaré.
¿Es ahora por la bendición de una madre
que el país sea libre de verdad?
Diste tu vida por todos nosotros
y toda la humanidad.
Mientras estoy aquí de pie junto a tu tumba,
los pájaros de la primavera cantan su canción.
Mi niño, te amo más y más
y te amaré toda mi larga vida.
Fuiste llamado a servir a nuestro país.
Fuiste llamado a servirle al rey
y de nuestro hogar te marchaste un día,
y sobre esto cantamos hoy.