Tú,
que llenas todo de alegría y juventud,
y ves fantasmas en la noche de trasluz,
y oyes el canto perfumado del azul,
vete de mí.
No te detengas a mirar
las ramas muertas del rosal,
que se marchitan sin dar flor,
mira el paisaje del amor
que es la razón para soñar y amar...
Yo,
que ya he luchado contra toda la maldad,
tengo las manos tan deshechas de apretar
que ni te puedo sujetar,
vete de mí.
Seré en tu vida lo mejor
de la neblina del ayer
cuando me llegues a olvidar;
cómo es mejor el verso aquél
que no podemos recordar.