Y te vas, María, entre la demás gente
que se congrega en torno a tu paso,
seto de miradas que no hacen daño
en la estación de ser madre.
Sabes que en una hora tal vez llorarás,
luego tu mano ocultará una sonrisa:
alegría y dolor tienen un límite incierto
en la estación que ilumina la cara.
Ave María, ahora que eres mujer,
Ave a las mujeres como tú, María,
hembras por un día para un nuevo amor,
pobre o rico, humilde o Mesías,
hembras por un día y luego madres por siempre
en la estación que estaciones no siente.