El continente de Atlántida era una isla
que se ubicaba, antes de la Gran Inundación,
en el área que ahora llamamos océano Atlántico.
Era tan grande su territorio
que de sus costas occidentales
hermosos marineros viajaban
a Sudamérica y Norteamérica con facilidad
en sus embarcaciones de velas pintadas.
Al este su vecino era África,
a través de un corto estrecho de millas marinas.
La gran era egipcia es sólo un remanente
de la cultura de la Atlántida.
Los reyes antediluvianos colonizaron el mundo,
todos los dioses que actuaban en los dramas mitológicos,
en todas las leyendas, de todas las tierras, eran de la lejana Atlántida.
Conociendo su destino,
Atlántida envió embarcaciones a cada rincón de la Tierra,
abordo viajaban los Doce:
El poeta, el médico, el granjero, el científico, el mago
y los otros supuestos dioses de nuestras leyendas,
a pesar de que eran dioses.
Y mientras los sabios de nuestros tiempos prefieren permanecer ciegos,
regocijémonos y cantemos y bailemos
y celebremos la noticia.
¡Salve, Atlántida!
Muy abajo del océano,
en donde quiero estar, puede que allí esté ella.
Muy abajo del océano,
en donde quiero estar, puede que allí esté ella.
Muy abajo del océano,
en donde quiero estar, puede que allí esté ella.
Muy abajo del océano,
en donde quiero estar, puede que allí esté ella.
Muy abajo del océano
(puede que esté, puede que esté, puede que esté)
En donde quiero estar, puede que allí esté ella.
Mi nena antediluviana, oh sí, sí, sí, sí, sí.
Quiero verte algún día.
Mi nena antediluviana, oh sí, sí, sí, sí, sí.
Mi nena antediluviana,
Mi nena antediluviana, te amo, chica.
Quiero verte algún día.
Mi nena antediluviana, oh sí.
Quiero verte algún día.
Oh, mi nena antediluviana,
mi nena antediluviana, oh,
quiero verte.
Mi nena antediluviana,
tienen que decirme a dónde se fue,
quiero verte algún día.
Despierta, despierta, despierta, despierta, oh, sí.
Oh, club, club, abajo, abajo, sí.
Mi nena antediluviana.